Desde antes de nacer, los bebés se chupan el dedo, a veces con tanta intensidad que algunos nacen con callos en el pulgar. Chupar les sirve para alimentarse, pero también les tranquiliza y les consuela. Esta llamada «succión no nutritiva» es una necesidad que, mejor o peor satisfecha por la alimentación, todos tienen, al menos, hasta los ocho meses.

Aunque en este terreno hay opiniones encontradas, el hecho de que casi todas las madres prefieran que los niños usen chupete a que se chupen el dedo, así como que -con materiales distintos- hayan existido en todas las culturas y tiempos, abogaría a su favor. Su principal ventaja respecto al dedo es la posibilidad de hacerlo desaparecer cuando convenga, temporal o definitivamente; mientras que el dedo se halla y hallará siempre -literalmente- tan a mano que, desde luego, nunca se dejará de saber dónde está o se perderá a media noche, aunque por eso mismo es fácil que acabe tan estropeado como la boca en que se introduce.

Esto último, el riesgo de que el dedo, y en menor grado también el chupete, deformen la boca, son el único peligro real de un hábito que, por lo demás, no ocasiona problemas serios. Pero incluso éste, que en el peor de los casos puede solucionarse con la ayuda del ortodoncista, sólo aparecerá cuando la costumbre persista más allá de los 4 ó 5 años, porque cualquier deformidad causada por ellos se corrige espontáneamente con el crecimiento si el niño deja de usar el chupete o de chuparse el dedo a una edad razonable.

De este modo, la decisión podría dejarse al bebé, sin acostumbrarle innecesariamente al chupete sólo por el miedo a que prefiera el dedo, pero dándoselo sin reparos si encuentra mayor sosiego en él.

De todas formas, durante los primeros días es mejor no ponerles chupete, especialmente si maman, para que no sacien con él su necesidad de chupar y luego tengan menos interés en comer, pero sobre todo, porque el chupete les puede confundir, igual que la tetina del biberón, cuando están aprendiendo a mamar.

A partir de las dos semanas, ya no hay inconveniente en que usen chupete. Los hay de tres tamaños; entre los más pequeños, los que tienen forma de gota parecen muy adecuados para los primeros meses, pero entre redondo, simétrico o anatómico, el mejor será el que más le guste al bebé.


Seguridad e higiene del chupete

Los chupetes que cumplen con las normativas son de una sola pieza, tienen una base lo suficientemente grande para impedir que todo el chupete pueda entrar en la boca del niño y llevan una anilla o tirador que permite sacarlo de ella.

Los collares pueden causar lesiones mortales, por lo que el chupete nunca debe colgar ni del cuello, ni de la muñeca, ni de la cuna del bebé, ni tampoco fijarse a su ropa con imperdibles, también peligrosos.

La tetina del biberón no debe usarse como chupete, pues una succión muy vigorosa podría hacerla salir a través del aro que la retiene y asfixiar al niño.

Cuando el caucho se ve desgastado por el uso, puede liberar sustancias capaces de causar problemas alérgicos, por lo que conviene renovar el chupete.

Durante los primeros meses, es muy prudente esterilizarlo o hervirlo una vez al día.

No se debe embadurnar el chupete con azúcar, miel o leche condensada, ni mojarlo con agua azucarada. Aunque todavía no tengan dientes, este hábito puede llevarles a padecer una forma de caries dental.