Es uno de los postres del verano y un gran acompañante en paseos a media tarde con la familia o amigos: son las tarrinas y cucuruchos de helado.

Quizá estamos ante la ‘golosina’ del verano, la más tradicional y popular, la cual no supone un riesgo para la salud, a no ser que se haga del uso un abuso, según informan desde la OCU.

La mitad del helado es aire y la otra mitad grasa, proteínas, azúcares y agua en diferentes proporciones. Mucha gente desconoce que la mitad del helado es aire, ingrediente si el cual éste sería algo parecido a nieve de leche e ingrediente fundamental para definir su calidad.

Mucho aire provoca que el helado parezca insípido y poco provoca pesadez, de ahí que la aplicación del aire en la mezcla resulte fundamental en el producto final.

Entre un 20% y un 30% son proteínas, muy parecidas a las de la leche, e hidratos de carbono, sobre todo azúcares, los cuales son de gran importancia a la hora de conseguir el sabor dulce, mejorar la textura y la cremosidad.

Entre el 5 y el 15% del helado es grasa. Ésta determina la cantidad de helado y también su textura. El problema radica en el abaratamiento en el uso de grasas en muchos de los helados que se encuentran en el mercado. Estas grasas, de coco, de palma, etc, suelen ser más saturadas que la grasa láctea y poco aconsejables para la salud, especialmente porque el cuerpo humano ve muy difícil el poder eliminarlas.

Componen el helado:

  • Aire: Burbujas rodeadas de agua que suponen el 50% del volumen y confieren esponjosidad y blandura.
  • Agua: forma cristales de hielo y es lo que se congela en el helado.
  • Proteínas: Ligan el agua e impiden la formación de grandes cristales de hielo.
  • Azúcares: Mejora la textura del helado y bajan el punto de congelación del agua.
  • Grasas: mejoran el sabor y la textura.