Algunas mujeres optan por una atención menos medicalizada para su parto. Si decides dar a luz en el agua, algunas Comunidades Autónomas han introducido este método en el sistema público de salud como opción para las madres que prefieren un procedimiento más natural. Así se produce la dilatación acuática: ventajas e inconvenientes de esta práctica que cada día tiene más adeptas.

Opción del sistema público sanitario

Los hospitales españoles han comenzado ya a introducir bañeras en el paritorio para que la dilatación sea más llevadera y el expulsivo más natural. Un relajante baño caliente permite soportar mejor las contracciones y permite a algunas mujeres no recurrir a la anestesia epidural.

Hasta ahora, este procedimiento sólo se podía solicitar en algunas clínicas privadas con un coste de entre 900 y 1.200 euros. Ahora, las mamás gallegas son las primeras afortunadas, ya que este método está disponible en dos hospitales: el de Vilagarcía de Aourosa (Pontevedra) y el de Cee (A Coruña).

La Consellería de Sanidad y Servicio Galego de Salud va a permitir, dentro de unos meses, que las mujeres que lo deseen puedan tener un parto natural en el agua en dos hospitales públicos más. Habilitarán bañeras en las zonas de dilatación, de forma que el desarrollo del parto sea totalmente seguro para madre e hijo, situándolas cerca de los quirófanos por si surgiera alguna complicación.
Además, las futuras mamás que elijan este modo de dar a luz, podrán estar acompañadas de tantas personas como quieran, si el espacio lo permite.

Sin embargo, en estos centros todavía no se realizan los partos dentro del agua, sino que la bañera es un elemento de confort añadido para el proceso. Está demostrado que el agua caliente relaja, diluye el estrés y mejora el humor. Todo se debe a que las hormonas llamadas endorfinas se activan con el efecto del calor acuático, produciendo una anestesia natural. Además, el agua acelera la fase de dilatación y reduce las episiotomías al ablandar los tejidos perineales.

El proceso en la bañera

Las futuras mamás, una vez que empiezan las contracciones, se sumergen en una bañera-piscina especial con 10 centímetros de agua filtrada o potable a unos 37 grados de temperatura. El baño templado les ayuda a vivir la última fase del parto, el momento en el que no pueden más y se encuentran vencidas por el cansancio y el dolor. La musculatura abdominal se relaja y disminuye la tensión en la zona.

Algunos expertos aseguran que la posición vertical que se da en el parto acuático, la misma que se adoptaba antiguamente, facilita la expulsión del bebé gracias a que el peso de éste hace más presión por la fuerza de gravedad.

En cuanto al niño, el parto acuático supone una forma menos traumática de venir al mundo. Permite su transición del líquido amniótico, en el que estuvo durante nueve meses, a otro medio acuoso. Mantiene también el mismo calor corporal, pasando de los 37 grados dentro de la madre a la misma temperatura en el agua.

A veces, el trabajo de dilatación transcurre dentro del agua y si la mujer lo prefiere sale de la bañera en el momento de la expulsión. Sino, una vez que el niño nace, se pasa a la mujer al sillón de parto para la fase del alumbramiento, que consiste en la expulsión de la placenta. Si surgiera algún problema en cualquier fase del parto, se puede trasladar a la madre inmediatamente al quirófano para realizar una cesárea si fuera necesario.

Anestesia natural no equiparable a la epidural

Sin embargo, este método no es para muchas mujeres una alternativa a la epidural porque no actúa de la misma manera. Será necesario un trabajo previo por parte de la futura madre y de la matrona, incluso antes del parto, porque el dolor no desaparece con el mero hecho de sumergirse dentro de una bañera.

Este método puede ser complementario a la osteopatía, la reflexología y las posturas de yoga, que permiten llegar a este momento relajada y confiada.