Se puede hacer una cesárea antes de que comience el trabajo de parto si hay motivos médicos que impidan o dificulten el parto vaginal, o incluso si una vez comenzado se presentan problemas que pongan en riesgo a la madre o al feto. En ocasiones, el feto no recibe suficiente aporte de oxígeno para su supervivencia –lo que se conoce como ‘sufrimiento fetal agudo’ (SFA) –, de manera que pueden presentarse casos de taquicardia o bradicardia fetales (en los que el corazón late con excesiva o poca frecuencia, respectivamente).

Si el cráneo del feto es demasiado grande para pasar a través de la pelvis de la madre, o si éste se encuentra en una posición anormal y ha girado la cabeza justo en el momento del expulsivo, lo suficiente para que el parto vaginal sea imposible (viene de nalgas, de cara o está situado transversalmente en el útero), también será necesario recurrir a esta incisión.

Cuando la madre es mayor de cuarenta años o si presenta alguna enfermedad importante (preeclampsia, hipertensión, infección vaginal…) también se suele optar por este procedimiento. El bajo peso al nacer, alrededor de un kilo y medio, las malformaciones que impiden el paso por el cuello del útero o el nacimiento de siameses son otros de los factores de riesgo que predisponen a la cesárea.

Además, en algunas ocasiones el cuello del útero comienza a dilatarse, pero el proceso se detiene antes de lograr la dilatación completa. En otros casos la dilatación sí es total, pero la madre no puede empujar lo suficiente para lograr un parto vaginal seguro. La cesárea también puede estar provocada porque la placenta ocluye el cuello del útero, –lo que se conoce como placenta previa–, o porque se ha desprendido prematuramente, placenta abruptio.

También se suele recurrir a la cesárea en los casos de gestación múltiple y aquellos en los que el cuello del útero (cérvix) está demasiado relajado (lo que se conoce como incompetencia cervical). Los herpes genitales, un tumor en el cuello del útero, que éste sea demasiado pequeño, que presente fibrosis, o sea deforme, que la madre haya pasado por alguna operación vaginal previa, o que padezca alguna enfermedad cardiovascular son otras de las situaciones que también aconsejan recurrir a esta intervención. Además, los colegios y sociedades de ginecólogos y obstetras recomiendan intervenir cuando la madre es portadora del virus VIH para evitar el contagio entre madre e hijo.