Dáselo dos o tres veces al día. Así movilizarás su intestino y prevendrás los cólicos o le aliviarás cuando los tenga.

Pídele permiso para empezar

Unta tus manos con aceite vegetal (no mineral), frótalas con energía para calentarlas, captando la atención del bebé, y pídele permiso para iniciar el masaje. Posa las manos en su tripita, que probablemente estará muy dura, espera unos segundos y pasa al siguiente movimiento.

La noria o las oleadas

Amoldando la palma de tus manos al vientre del bebé, deslízalas hacia abajo, una tras otra, como una noria o como olas que se suceden, desde un poco más arriba del ombligo hasta las ingles. Hazlo con suavidad y sin perder el contacto. Repite este movimiento seis veces.

Rodillas al vientre

Dóblale las rodillas y, en paralelo (sin juntarlas ni separarlas), llévalas hasta el vientre con delicadeza, sin rebotes. Cuenta hasta 6 antes de estirarlas. Así consigues que los aires pasen del intestino delgado al grueso.

El sol y la luna

Siguiendo la dirección de las agujas del reloj, que es el sentido de los movimientos del intestino, traza círculos amplios en su vientre con la yema de los dedos de tu mano izquierda (es el sol) sin perder el contacto. Al llegar con la izquierda a las 5 horas, inicia con la mano derecha el trazo de la luna, que va desde las 9 horas hasta las 5. En ese punto la mano derecha pasa por encima de la mano izquierda (ésta continúa dibujando el sol, sin despegarse) y vuelve a dibujar la luna. Hazlo seis veces. Al acabar, realiza otra vez el paso 3 (rodillas al vientre).

Balanceo relajante, el paso final

Sujeta con tus manos sus piernecitas y sus tobillos, levanta un poco para elevar su culete y haz un suave balanceo de las caderas, primero a un lado y luego al otro. Hazlo tres veces (o alguna más, si ves que le gusta). Haz también deslizamientos relajantes con tus manos, desde sus rodillas hasta sus pies. Ahora repite todos los pasos, en el mismo orden, dos veces más. (El masaje completo se lo puedes dar varias veces al día.)