A veces el problema para elegir una crema es que no sabemos qué tipo de piel tenemos y por eso nos cuesta tanto acertar. Acércate al espejo (si es de aumento, mejor), mírate el cutis a menos de un palmo de tu reflejo y averigua qué definición se acerca más a tu tipo de piel.

  • Piel normal: aspecto fresco y luminoso, poro imperceptible, tacto aterciopelado, flexible y elástica.
  • Piel grasa: aspecto brillante, poros dilatados y visibles, tacto untuoso. Puede presentar comedones e, incluso, quistes.
  • Piel seca: aspecto mate, marchita, sin color. Proclive a desarrollar arrugas alrededor de los ojos y de la boca.
  • Piel mixta: la zona facial media (frente, nariz y barbilla) es grasa, mientras que en los laterales es seca.
  • Piel sensible: presenta enrojecimiento e irritaciones con facilidad. Los motivos pueden ser de lo más variado (cambios de temperatura, estrés, alimentación, etc.) Necesita mucha protección.
  • Piel envejecida: aspecto mate, falta de tono al pellizcarla y de firmeza al estirarla. Presenta arrugas superficiales.

Bueno, pues ahora que puedes saber cómo es tu piel, seguro que te es más fácil elegir tus cosméticos.