Alrededor de esta edad el niño comienza a tener una auténtica conciencia de sí mismo y de su independencia. Tiende a probar sus límites y los tuyos. Puede estar encantador y un rato más tarde desafiante, vive una lucha interna por ser independiente y al mismo tiempo seguir siendo un bebé. Es una época de continuas frustraciones y fáciles rabietas. En este momento tu pequeño necesita de toda tu comprensión y ante todo mucha paciencia.

Sueño: la rutina

Cada niño tiene una necesidad de sueño distinta, es algo que tú debes descubrir. Pero hay algunas normas generales que te pueden ayudar: a los 18 meses necesitan del orden de las 13 horas de sueño diarias, por lo que puedes ir eliminando una siesta. Dale pronto de comer y acuéstalo a dormir un par de horas, no más. Al ir a dormir se acaban todas las excitantes nuevas experiencias, y eso tu pequeño lo sabe y no le gusta. Al llegar la noche necesita que le ayudes a disminuir su ritmo y prepararle para el descanso. Es muy importante cumplir todo el ritual para acostarlo. Aquí tienes algunos consejos:

  • Ponlo en la cama cuando está soñoliento pero aun no está dormido. De esa forma desarrollará sus propios mecanismos para dormir.
  • Dale un muñeco que le reconforte. Antes se creía que si un niño recurría a algún objeto para consolarse era por sentirse necesitado de afecto. Ahora la visión es muy distinta, el niño lo usa como un medio para alcanzar su mayor reto en este momento, la independencia.
  • Establece un lugar fijo donde dormir. El niño lo asociará directamente con dormir.
  • Dale a conocer a la canguro la rutina exacta. Procura irte cuando esté despierto, de lo contrario, si se despierta, ver que tú no estás le provocará cierta ansiedad y en adelante perderá algo de confianza en ti y le costará más trabajo dormirse, por temor a no encontrarte cuando despierte.
  • Una luz tenue y una música suave pueden ser reconfortantes para algunos niños.
  • Si tu pequeño se acostumbra a dormir en el carricoche, dormirse en la cama se hará más difícil. Evita los paseos nocturnos en lo posible.

Comunicación: con dos palabras basta

En esta etapa hay un paso importante en el desarrollo del lenguaje. Ahora forma frases de dos palabras. Las palabras han adquirido una nueva dimensión, puede combinar distintas frases usando una misma palabra. Gracias a esto la comunicación se convierte en algo posible aunque todavía hay que imaginar bastantes cosas y rellenar los huecos de sus frases.

Es importante, en este segundo año, que el niño esté en contacto con otros niños de su edad. Son un punto de referencia y le ayuda a conocerse a sí mismo. Esto sobre todo si no tiene hermanos de una edad cercana. Le ayuda a desarrollar su personalidad y le permite aprender sobre las conductas sociales.

Cognitivo: la necesidad de seguridad

Cada mañana Jorge le da un abrazo a Belén, la cuidadora del jardín de infancia. La madre de Jorge se siente realmente afortunada por no tener los problemas que tienen otras madres para dejar a sus pequeños en la guardería. Jorge está al cuidado de Belén desde que tiene seis meses, lo conoce perfectamente y existe una relación muy intensa entre los dos. Pero una mañana Jorge no es recibido por Belén, ya no trabaja en la guardería. Su sustituta hace todo lo posible por congratularse con el pequeño pero se encuentra con un rechazo total. Desde entonces parece estar enfadado y algo resentido, llora eternamente cuando su madre lo deja y, lo que es peor, parece que su evolución va hacia atrás.

A esta edad el niño basa su seguridad en la relación con sus padres y con todo aquel que forme una parte importante en su vida. En este caso su cuidadora es el eje central de gran parte de la vida del pequeño, es su soporte y le da la confianza necesaria para explorar, aprender y disfrutar de lo que le rodea. La interrupción de una relación de este tipo puede afectar mucho a un niño. Su primera reacción es el enfado; a eso le seguirá la tristeza y la apatía, se siente traicionado y abandonado; por último se animará pero ignorará a la persona que pretende sustituir a la anterior. Este es, en definitiva, el primer paso hacia una nueva relación. La madre, en este caso, debe proporcionar al niño una mayor atención y apoyo con el que recuperar la seguridad perdida.

Habilidades motrices


Con esta edad, seguramente, tu pequeño ya camina de un lado a otro con algún juguete en la mano y puede que, incluso, emprenda pequeñas carreras con los ojos fijos en el suelo. Su forma de caminar es ya más segura, ya no necesita tanto los brazos para equilibrarse y cuando está sentado se puede poner en pie sin ayuda. Comienza a practicar todas las posibilidades de su nueva habilidad y no perderá ninguna oportunidad para hacerlo, ya sea en casa o en plena calle.

Cada vez tiene una mayor destreza con sus manos. Es capaz de hacer algunos garabatos con lápices de colores, hace apenas tres meses si hacía un garabato con un lápiz era fruto de la casualidad. Pero, en este momento, todavía es más su deseo que su capacidad.

Aprendizaje

Permítele a tu pequeño hacer lo más posible. Déjale comer solo, nombrar y señalar objetos: esta actividad es siempre delirante para él. Ayúdale a nombrar todos los objetos que le rodean.

A esta edad, en la que ya tiene cierto control manual, son interesantes aquellos juegos que le permitan pensar y le planteen problemas a resolver. Estos pueden ser juegos en los que hay que encajar piezas o con los que se puedan construir cosas sencillas.
La lectura se debe promover desde el principio. Aunque los libros están llenos de dibujos y no haya prácticamente letras, ya se está creando en la mente del niño el concepto de libro: una historia plasmada en papel.