Cuando se acerca el final de la baja maternal y se aproxima la vuelta al trabajo, pensamos en la escuela infantil. Entonces surgen las dudas: «¿Cómo reaccionará mi hijo? ¿Estará bien atendido? ¿Me echará de menos?» Elegir un centro en el que el pequeño tenga cubiertas sus necesidades ayuda a asumir la separación con más tranquilidad.

La decisión de seguir trabajando es siempre respetable. Pero es natural que la madre sienta tristeza, porque le gustaría no perderse nada de la vida de su hijo. No hay que angustiarse, sino potenciar los pensamientos positivos y mostrarse relajada en el día a día con el pequeño, para evitar que perciba nuestra intranquilidad.

¿En casa o en la guarde?

  • Podemos solicitar una reducción de la jornada laboral o pedir un cambio de turno en el trabajo para alternar entre el padre y la madre el cuidado del niño.
  • Existe la opción de dejar al pequeño con un familiar próximo o contratar a una niñera.
  • Si elegimos una baby-sitter, tenemos que optar por alguien con experiencia, vocación y sensibilidad suficiente para responder a todas las demandas de nuestro hijo. Como el niño permanece en su entorno familiar, puede establecerse más fácilmente una estrecha relación entre la niñera y el pequeño. En contrapartida, existe el riesgo de cambios de cuidadora. En este sentido, la guardería ofrece mayor garantía, porque la persona que sustituye a la madre es siempre la misma.

Cómo elegir la escuela infantil más idónea

  • Lo mejor es visitar varios centros, observar las instalaciones, valorar la cualificación del personal, los servicios que ofrecen y el número de niños por cuidadora.
  • Hay que hablar con el director para que nos exponga las pautas educativas, y fijarse en los espacios destinados a la higiene y el descanso y en las zonas de recreo al aire libre.
  • Cuanto más pequeño es el niño, mejor se adapta a la nueva situación. Hasta los ocho meses no entran en la fase de la angustia de la separación.
  • La mayoría de las mamás, al principio, llegan con cierta ansiedad. Pero cuando comprueban que su hijo está atendido y se queda tranquilo, empiezan a tranquilizarse ellas también, lo que beneficia al bebé.


El periodo de adaptación

Lo ideal es iniciar el periodo de adaptación antes de finalizar la baja maternal. Si el niño acude unos días antes a la guardería durante unas horas, se irá familiarizando con el ambiente.

Los padres pueden permanecer con su hijo unos minutos en la guardería, aunque lo fundamental es cómo la cuidadora da la bienvenida al bebé, que le dedique una atención individualizada el tiempo que sea necesario hasta que la separación de la madre pase a un segundo término.

Hay que comprobar que las cuidadoras dan al niño todo el afecto que necesita con vocación, poniendo el corazón en su trabajo. En todos los centros se informa diariamente a los padres de cómo ha pasado el pequeño la jornada.

Y después del cole… con papá y mamá

Durante el tiempo que esté en la escuela infantil, si recibe el cariño y atención precisos, el bebé no tendrá necesidad afectiva de la madre. Allí tiene una vida organizada y estable, juega, experimenta nuevas vivencias y, al estar rodeado de otros niños, se estimula su socialización.

Si la escuela realiza estimulación temprana, se potenciará su evolución psicomotora y enseñarán al niño a reptar, a gatear… Pero luego, una vez de vuelta en casa, precisará una dedicación extra por parte de sus padres.

Determinadas necesidades básicas, como la última toma, la hora del baño o el ritual para dormir, deben ir asociadas al padre o a la madre. Estas horas en familia, en las que los padres disfrutan con sus hijos, son esenciales pàra el desarrollo psico-afectivo del bebé.