En 1988, salió al mercado Fahrenheit, un perfume de Christian Dior totalmente innovador y que quería ser mensajero de una filosofía. Imaginación sueños y libertad. Estamos ante un frasco donde se combinan formas y técnicas modernas al lado de las atemporales. En su frasco se puede ver el estilo de un perfume que parece un regalo salido de algún libro de alquimista para el hombre de hoy.

Estamos ante una fragancia llena de paradojas, cálida y fría, frágil y potente, masculina y sensible. En ella se conjugan, la viveza de las flores, como protagonistas la madreselva y el espino blanco, las maderas, con el cedro y el sándalo y las notas de carácter balsámico que le da el lentisco y estoraque. La flor de la violeta da a este perfume una fragilidad que rima con la espiritualidad que le da a la fragancia.

Fahrenheit no se ha impuesto, pero ha encandilado a hombres y mujeres por su persistencia y suavidad. El perfume llegó a estar entre los cinco franceses más vendidos y que se encontró en el top ten mundial. Hablamos de un perfume que es parte ya del patrimonio universal.

Un desafío al espíritu, Fahrenheit de Christian Dior

Con suficiente perspectiva, se ve a este perfume como un visionario. El mundo ha ido cambiando y los hombres también, pero desde Christian Dior se comprendió que, en 1988, el hombre del siglo XXI quería tener una dimensión más espiritual.

El hombre ahora busca ante todo serenidad, asume muchas funciones, sabe escuchar y está vinculado a la mujer en muchas funciones. El rojo guía su vida, la misma que le da esa armonía que tiene en su ser.

El hombre Fahrenheit no corre detrás de quimeras imposibles, tiene otras prioridades. Estamos ante alguien que ha encontrado la verdad y que cuenta con un interior lleno de emociones y fuerza. Ahora está en posesión de su futuro, de una manera serena y con determinación. Hasta los sueños más alocado están a su alcance…