La decisión sobre qué método utilizar para evitar un embarazo no deseado debe hacerse de modo responsable, y puede tomarse de manera individual o compartida, si se vive en pareja. La elección de un método anticonceptivo concreto suele depender de diversos factores, entre los que destacan la edad, el estado civil, la calidad en la relación de la pareja (confianza entre ambos, cooperación, nivel de compromiso), la situación económica y laboral, las creencias religiosas, las actitudes hacia la sexualidad, el estado de salud, el número de hijos que se tienen, las experiencias anteriores en el uso de métodos de anticoncepción, etc., así como las características específicas de los diversos métodos (eficacia, comodidad, efectos adversos, etc.).

Los modernos métodos contraceptivos han influido de manera decisiva en los hábitos sexuales porque facilitan mantener relaciones en las que prácticamente se descarta el riesgo de embarazo y han permitido, sobre todo a la mujer, alcanzar cotas altas de autonomía sobre su propio cuerpo.

La posibilidad de elección de un método anticonceptivo, la libertad de uso y la aceptación social de los mismos, significan una notable evolución intelectual y de comportamiento de nuestra sociedad, que enriquecen sin lugar a dudas las relaciones sexuales y sentimentales de los seres humanos…partiendo de una actitud responsable y madura, por supuesto.

No es tan importante la elección, como la posibilidad de realizar dicha elección. La libertad del individuo debe pasar por la aceptación de la absoluta y completa libertad de elección de nuestros congéneres. Si esto no sucede, el ser humano estará siempre limitado por tabús y prejuicios que le condicionarán su propia libertad de forma irremediable.

Ánimo, y ejercer vuestra libertad de elección.