“Desde el pasado 29 de Marzo, Hugo es oficialmente Sara. El Registro Civil de Lugo autorizó el primer cambio de nombre de una menor transexual en Galicia, y el doceavo en toda España. Aplicar la resolución judicial supondrá nuevos DNI, libro de familia, tarjeta sanitaria, pasaporte y boletín de notas entre otros documentos públicos.” Información extraída de La Voz de Galicia.

¿Los infantes entran dentro de la idea colectiva que tenemos como sociedad sobre la transexualidad? ¿Es una moda? ¿Es “cosa” de los padres? ¿Un menor tiene la autonomía suficiente como para poder determinar si es transexual o no?

Es frecuente que ante este tipo de noticias se den diferentes posicionamientos sociales, pero ¿en que se basan esos posicionamientos? ¿En creencias y suposiciones o por el contrario en conocimientos científicos sobre transexualidad?

Para mí la respuesta está muy clara. Considero que los que nos manejamos en estos temas al encontrarnos este tipo de noticias pensamos “¡por fin empiezan a cambiar las cosas!”.

Para poder opinar al respecto sería necesaria una base de conocimientos para poder desarrollar nuestro posicionamiento.

La primera gran pregunta parece evidente, ¿qué nos hace hombres o mujeres? A esto podríamos responder que los genitales, los caracteres sexuales primarios y secundarios, los cromosomas (XX o XY), las hormonas…  Todas estas respuestas pueden ser válidas para un alto porcentaje de población, ya que es lo más frecuente. Pero el fallo se encuentra en que en la respuesta debería de reflejarse toda la población, lo cual no ocurre, ya que la transexualidad es un hecho.

Por ello una respuesta más válida podría basarse en cómo se siente y se vive una persona a nivel individual. ¿Me siento hombre o me siento mujer? Y es aquí donde todo comienza.

En el imaginario colectivo tenemos una idea de lo que es ser un hombre y lo que es ser una mujer. Y nos sentimos hombres o nos podemos sentir mujeres, (o podemos no saber, o querer, definirnos), pero, ¿cuándo empezamos a sentirnos hombres o mujeres?

En la sociedad en la que vivimos, las pautas de crianza se basan fuertemente en lo más frecuente. Por ello educamos en la heterosexualidad, en que si nacemos con unos genitales es porque “somos” en función de ellos, modelos de familia con un madre y un padre que además están casados… La lista es larga y las pautas de crianza se van modificando, lentamente y con una gran lucha social, pero afortunadamente están cambiando.

Normalmente la polémica está en si es menor si está o no está capacitado para tomar esa decisión. Error de base, NO ES UNA ELECCIÓN.

Y la otra parte de ser menor. La identidad de género (sentirse hombre o sentirse mujer) se fija entre los 2 y los 3 años de edad. Por ello a partir de esa edad ya se consideran u hombre o mujer.

Cuanto antes acepten su identidad, y la acepte su familia y su entorno, mejor podrá desarrollarse a todos los niveles. Tanto en su forma de vestir, como comportarse, como quiere que lo identifiquen las demás personas, como si quiere plantearse un tratamiento hormonal o la reasignación de genitales o como algo tan básico como tener un nombre de un sexo o de otro.

En todos los procesos hay expertos capacitados para guiar a las personas por este proceso, tanto de aceptación como en los posibles pasos a seguir, además pueden hacer buenas evaluaciones, asegurándose que efectivamente hay una discordancia entre genitales y “sexo sentido”. Esto es importante, ya que también puede ser que el infante simplemente disfrute experimentando vistiéndose con ropa propia del otro sexo, o juegos, maquillaje, pautas de comportamiento propias del otro sexo, etc.

Una vez confirmado negar lo contrario y empeñarse en que su forma de sentir su sexualidad coincida con los genitales con los que nació puede acarrear complicaciones y sufrimientos, completamente innecesarios.

Por todo ello hay que agradecer a las múltiples asociaciones de Transexualidad la increíble labor social que desarrollan, ayudando a otras personas y propiciando un cambio social basado en realidades y necesidades, no en creencias atascadas en prejuicios del pasado.