La tasa de separaciones y divorcios ha aumentado en los últimos años y en muchas de estas situaciones hay niños de por medio.

Cualquier proceso de separación implica cambios en toda la estructura familiar y esto repercute inevitablemente en los hijos. En la medida en que los padres sean capaces de ponerse de acuerdo y transmitir seguridad a sus hijos, éstos aceptarán más fácilmente la nueva situación. La cosa se complica cuando, por un motivo u otro, la pareja está muy dañada y no son capaces de mantener a sus hijos al margen de sus batallas. Esto es algo que hay que evitar a toda costa.

¿Qué se le cuenta al niño?

Aunque parezca obvio no se debe ocultar esta situación a los niños. Por muy dolorosa que sea la verdad lo será menos que una mentira o una verdad a medias. Imaginad que al niño le contamos que «mamá se ha ido a trabajar a otra ciudad». Ante esta explicación el niño puede quedar conforme, pero él cuenta con que en algún momento mamá va a volver y todo va a ser como antes. Tener que explicarle a ese niño meses después que en realidad ya no van a volver a estar como antes será más duro. Él se habrá sentido engañado y será difícil que vuelva a confiar en las personas que más quiere.

¿Cómo debemos entonces abordar esta situación? Hay que tener en cuenta la edad del niño y su madurez, y en función de eso seleccionar qué información se le proporciona y de qué manera. En cualquier caso, los detalles más dolorosos deben ser de la pareja.

Al niño basta con hacerle saber que existen «grandes puntos de desacuerdo», y que por eso papá y mamá han decidido separarse.

Teniendo muy clara esta premisa, hay que dejar claras algunas cuestiones:

  • Es una decisión de los padres, y en absoluto es culpa de los niños.
  • Hay que dejar claro al niño si es una situación temporal o definitiva. En el momento en que uno de los dos tenga claro que es definitiva el niño debe saberlo para dejar de alimentar las fantasías de volver a juntar a los padres.
  • Tratad de evitar cualquier ataque o crítica hacia la pareja. Sé que esto es muy complicado en situaciones en las que la ruptura no es amistosa, pero pensad que el niño no es capaz de entender las batallas ni la rabia de los adultos. Por ejemplo, imaginemos un padre con problemas de ludopatía. La madre se ha quedado muy enfadada porque está sin marido, con 3 niños a su cargo, sin ahorros y muchas deudas. Si se dejase llevar por la rabia y el enfado hablaría ‘pestes’ de su ex pareja, y eso es difícil de asumir para un niño (no olvidemos que es su padre). Tampoco consiste en ocultar lo que ha hecho, sino en transmitirlo de la manera más neutra posible.
  • Buscad el apoyo de vuestros amigos y familiares, y no dejéis que ellos critiquen constantemente a la pareja delante del niño.
  • Hay que permitir que el niño exprese sus miedos y temores. Aunque no tengáis todas las respuestas, basta con que le transmitáis calma y seguridad.
  • No compréis su cariño con regalos. Puede que alivie vuestra conciencia, pero a la larga se os volverá en contra.
  • No obliguéis al niño a posicionarse de parte de uno u otro. El niño os quiere a los dos y eso le creará mucha ansiedad y culpa.
  • Dejad claras las normas a partir de la nueva situación. Si las de la ex pareja son distintas, no importa. Lo que hay que dejar claro es cuáles son las normas cuando «estás conmigo». No permitáis que el niño os haga chantaje emocional diciéndoos que el otro le deja ver la tele por las noches, comer hamburguesas siempre que quiere, etcétera. No os sintáis culpables, al final lo entenderá si sois claros y constantes.


Por muy fácil que sea una separación hay que tener presente que para los niños es una situación de cambio y los cambios cuestan. Siempre van acompañados de un periodo de adaptación para los padres y para los hijos, que no suele ser fácil y requiere tiempo. Si las dificultades se prolongan mucho en el tiempo y afectan al desarrollo (emocional, social, escolar…) del niño es recomendable que pidáis ayuda a un especialista.