“El atractivo brilla, la autoconfianza resplandece.”

La frase citada pertenece al libro “Shangai Baby”, de la escritora Wei Hui. Lo leí por primera vez en mitad de mi adolescencia, y ya en aquel momento la frase se me antojo reveladora.

En el campo del “ligoteo” cada uno desarrolla estrategias propias con las que espera poder atraer, ya sea a la persona deseada, ya sea por el disfrute de sentirse deseado o deseada.

Así que nos preguntamos a nosotros mismos ¿qué puedo hacer para gustar?, ¿qué hacen los demás?, ¿por qué yo hago lo mismo y a mí no me funciona?, ¿qué resulta importante para gustar a los demás?

Cuando preguntamos a las personas que es lo que les atrae, suele ser frecuente que respondan que el atractivo es importante, aunque suelen añadir la coletilla “pero hay otras cosas”. Nunca me quedo satisfecha con ese tipo de respuestas, a simple vista parecen banales y con poco fondo.

¿Habrá alguien que te sepa contestar y satisfacer tus dudas? ¿Alguien que te diga algo realmente útil? Pues sí que la hay. Te da una respuesta estupenda. El problema es que nunca se le hace caso. Y menos en la adolescencia, que es cuando empiezan a surgir estas preguntas.

Esa persona es tu madre. Muchos hemos preguntado y las respuestas no varían mucho de una madre a otra. La respuesta mágica es:

Si quieres gustar a alguien se tú mismo, porque eres maravilloso e increíble tal y como eres. Si te vieran como te veo yo no pararían de intentar conquistarte.

Y toda madre realmente sincera añade:

Tienes cosas que más te vale ir cambiando, esfuérzate en ser la persona que quieres ser. Cada día pon empeño en ello y cuanto más te gustes tú, más gustas a los demás.

Esto lo hemos oído por activa y por pasiva, normalmente en boca de nuestra madre, otras en medios de comunicación masivos, como televisión, prensa… Lo triste es que cuando recibimos ese mensaje muchos pensamos “si claro, cuando ya tienes un cuerpo estupendo es fácil hacerlo”.

Siempre hay alguno que ese mensaje se lo cree, ¿qué ocurre entonces?

Si no te acuerdas, sube arriba y vuelve a leer la primera frase del artículo.

Y ahí tenemos nuestra respuesta. Es cierto que el atractivo de una persona nos llama, pero la autoconfianza de una persona nos grita. Son las personas que saben cómo son, sus puntos fuertes los fortalecen y exhiben, sus puntos débiles los mejoran o los disimulan.

¿Cómo se hace y cómo lo puedo hacer yo?

Si eres una persona que siempre ha tratado de mejorar posiblemente tengas claro donde residen tus fortalezas y donde tus debilidades.

Si por el contrario tienes una idea pero quieres saber más recurre a alguien que te quiera. Y es importante que te quiera, porque tendrá claros cuáles son tus puntos fuertes, los cuales a todos nos gusta oír; pero también conocerá los débiles, y cuando te los diga lo hará desde el respeto y el cariño, los cuales no siempre nos gusta escuchar y siempre son mejor aceptados de boca de alguien que te quiere y tienes claro que no te lo dice “por hacerte daño”.

Pues ya sabes fortalezas y debilidades. ¿Y ahora? ¡Explótalos!

Te encantan tus glúteos, ponte vaqueros ajustados y camisetas que no te lo tapen y te permita lucirlo.

Que tus glúteos son un punto débil, pues plantéate las alternativas. Puedes hacer dieta y ejercicio y tratar de mejorarlo de forma activa o puedes llevar ropa que te lo disimule, puedes llevar tacones que hacen que los glúteos trabajen y se vean mejor.

Pero hay otra opción, que no excluye a las otras. Si hasta ahora tus glúteos te disgustan también puedes optar por comenzar a valorarlos como se merecen. Si son tuyos son igual de maravillosos que tú, por ello quiérelos como al resto de tu cuerpo, puede que no sean un punto fuerte, pueden que no lleguen a serlo, pero lo que sí que puedes es quererlos.

Por el simple hecho de conseguir que algo que antes tenía un valor negativo deje de tenerlo ya te sentirás mejor. A fin de cuentas no eres solo un “culo” para tu pareja o tus posibles parejas, y cuando por fin te des cuenta que ni tu familia, ni tus amigos, ni tus compañeros, ni tu pareja le dan esa importancia aprenderás a no dársela tú. Con eso ya se respira de otra forma.

Si nuestro fuerte reside en los ojos, el pecho, las manos, las piernas, en que somos muy agradables, simpáticos, inteligentes, graciosos, amables, respetuosos… ¡A sacarle el mayor partido posible! Explótalo y lúcete.

Con los débiles, mira en que puedes mejorarlos, disimularlos o te sale más a cuenta simplemente aceptarlos.

Con todo esto nuestra imagen de nosotros mismos cambia, nos vemos y nos sentimos mejor, lo que hace que nos vean y nos sientan mejor. Lo que a su vez notamos en los demás y retroalimenta el proceso.

Todo esto lleva a la autoconfianza, lo que nos hace deslumbrar a los demás, y mucho más importante, nos deslumbramos a nosotros mismos.

Os voy a dar un truco del ligue que siempre funciona, sonríe. Cuando sonreímos les decimos a los demás que nos agradan, como nos gusta agradar eso genera una sensación agradable a cualquier persona. No garantiza el éxito, pero si aumenta las probabilidades.

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Centro Delfa: Psicología, Sexología y Terapia de pareja. Almería.

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