Si la herida está sucia, hay que lavarla primero bajo el agua fría del grifo.

Si sangra, elevar a ser posible la zona lesionada y hacer presión sobre ella con gasas o con una bolsa de congelados o hielo envuelta en una toalla durante dos minutos o hasta que cese la hemorragia. Si no se consigue contener en cinco o a lo sumo 10 minutos, acudir a urgencias, sin dejar de comprimir la herida.

Una vez que haya cesado la hemorragia, lavar con agua y jabón y aclarar con agua fría.

Si la herida es profunda o sus bordes quedan separados, puede ser preciso poner unos puntos de sutura o unas tiras especiales para aproximarlos; esto debe hacerse antes de que hayan transcurrido seis horas y hayan empezado a cicatrizar.

Cuando la herida es superficial y sus bordes están juntos, es suficiente con poner un antiséptico como la clorhexidina, y cubrirla con una gasa estéril, repitiendo la cura diariamente hasta que se forme costra. Si no está en una zona de roce, puede dejarse al aire y en todo caso, debe mantenerse siempre seca.

El enrojecimiento, la hinchazón, el aumento de temperatura en la zona o la aparición de pus son signos de infección.

Los pinchazos profundos pueden causar una lesión interna, algo que debe descartar el pediatra.

Si más que un corte limpio parece una erosión y no se sabe cómo se ha producido, debe valorarse la posibilidad de que se deba a una caída.