¿Qué es y cómo se contagia?

Es una infección parasitaria causada por el «Toxoplasma gondii«. La transmiten animales como los gatos: los huevos del parásito se depositan en sus heces y desde aquí pueden llegar al ser humano por ingesta de alimentos contaminados o por contacto con animales o vegetales afectados. En menor medida, puede transmitirse a través de las mucosas y por vía respiratoria o sanguínea. Aun así, la infección es muy poco frecuente.

¿Cuáles son sus síntomas habituales?

Esta infección, muy poco común en España, no suele presentar sintomatología aparente, aunque a veces acarrea fiebre, vómitos, erupciones cutáneas, dolores musculares… síntomas similares a los de una gripe o catarro común. No suele revestir gravedad, salvo que el sistema inmunológico de la afectada no funcione correctamente o esté embarazada.

¿Existe algún tratamiento?

Hoy por hoy no existe vacuna para evitarla y tampoco ningún tratamiento específico contra ella. Se suele optar por paliar los síntomas con antibióticos como la espiramicina. Eso sí, el mero hecho de padecerla inmuniza al organismo de por vida.

¿Por qué se teme en la gestación?

Porque si se contrae la infección aguda en este periodo, y principalmente durante los tres primeros meses, puede manifestarse intensamente y llegar a infectar al feto a través de la placenta (toxoplasmosis congénita). Pero tranquila: sólo 1 de cada 1.000 fetos resultan afectados.

¿En qué fase del embarazo es más probable la transmisión madre-hijo?

En los últimos meses. En los tres primeros meses de la gestación las posibilidades de que el pequeño se infecte son mucho menores, aunque si esto llega a ocurrir, las secuelas que puede dejar en el feto son más severas que si la infección ocurre al final del embarazo.

¿Cómo se detecta?

Mediante análisis de sangre. Si se confirma que la mamá no ha pasado la enfermedad, se le indicarán medidas a seguir para impedir el contagio durante el embarazo. Si la padece en la gestación, se tratará con antibióticos para evitar en lo posible que su hijo se infecte. La plena eficacia de los tratamientos no está demostrada, de ahí la importancia de la detección precoz y sobre todo de la prevención, incluso antes del embarazo.

¿Cómo sé si el bebé la tiene?

El análisis del líquido amniótico (amniocentesis) es la prueba más fiable. Más difícil es averiguar si el feto tendrá secuelas. Si el niño requiere tratamiento, éste se administrará al nacer. Antes, la medicación indicada para la madre pasará al pequeño indirectamente.

¿Qué le puede pasar al niño?

Además del aborto espontáneo, la infección aguda en los primeros meses puede causar calcificaciones cerebrales, encharcamiento cerebral (hidrocefalia) y alteraciones oculares (coriorretinitis). Pueden existir alteraciones más leves (problemas de oído, de visión, retrasos en el aprendizaje…), cuya relación con la toxoplasmosis no está clara, lo que dificulta el diagnóstico. Pero la infección aguda en estos meses es infrecuente.

¿Qué hago para no contagiarme?

Lávate bien las manos antes de comer y tras tocar carnes crudas o estar en contacto con tierra o animales. Limpia los útiles para cortar carne cruda y no uses éstos para verduras y frutas. Utiliza guantes para tocar tierra del jardín, evita el contacto con las heces de los gatosy controla moscas, pulgas y cucarachas en casa, que pueden portar el parásito.

¿Qué pautas sigo al comer?

Cocina las carnes muy hechas (a más de 160°), evita el consumo de huevos crudos, no bebas agua de potabilidad dudosa y toma sólo leche pasteurizada. Lava bien las frutas y verduras antes de consumirlas (utiliza una lejía para alimentación). Evita embutidos como jamón serrano, chorizo, salchichón (sólo la congelación industrial elimina el parásito). Sí puedes tomar jamón york u otros fiambres cocidos.