Según estudios actuales, en lo que va de año 2019, a primeros de noviembre, son 51 las mujeres víctimas mortales por violencia de género en España a manos de sus parejas o exparejas.

El 25 de noviembre, se conmemora anualmente el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas en todos los países para su erradicación. La convocatoria se inició por el movimiento feminista latinoamericano en 1981, en conmemoración a la fecha en la que fueron asesinadas, en 1960, las hermanas Mirabal en República Dominicana. 

La violencia de género es uno de los problemas sociales y de salud más graves que sufren las mujeres en el mundo, y en nuestro país no lo es menos. La violencia de género afecta a millones de mujeres, independientemente de su estatus social, su formación cultural o religiosa, su estado civil o su orientación sexual. Se ha convertido en un problema estructural y se dirige a las mujeres, con el objetivo de mantener su subordinación al género masculino.

En la violencia de género, los profesionales de la psicología tienen un papel clave, tanto en el área educativa, desarrollando programas de prevención primaria y en la detección precoz de este problema como, en el campo de la intervención clínica. Son reconocidas las múltiples consecuencias psicológicas que produce el proceso de violencia de género y la importancia de la intervención psicológica en la recuperación de la autonomía, el control sobre sus vidas y el bienestar psicosocial de las mujeres que la sufren.

Violencia de Genero, empecemos por la educación para prevenir 

Ante estos aspectos, hemos consultado con Paloma Cabadas, Psicóloga, y nos comenta que, una de las terribles consecuencias de la violencia de género, tanto en agresor como en víctima es que:

“La violencia amortigua los sentimientos, los adormece hasta que dejan de existir. Una medida para no sufrir es dejar de sentir y dejar de sentir conlleva un grave riesgo para el ser humano, el de envilecerte y convertirte en mala persona. Dejar de sentir te aleja de ser humano y la permanencia del sufrimiento en el tiempo, te aleja definitivamente de la energía de amar”

En cuanto a la prevención de la violencia de género, es fundamental la educación.

El sistema educativo debería trabajar la educación en igualdad entre niños y niñas y el desarrollo de la autonomía personal, todo como una herramienta transversal en el proyecto educativo.

El trabajo en la resolución pacífica de conflictos desde la primera infancia, es muy importante, también, para que la estrategia de prevención sea eficaz.

Es básica la educación recibida en casa. Que esa educación esté basada en el respeto, trabajando la empatía, la compasión, la solidaridad y todo rodeado de cariño y afecto, ya que está demostrado que la falta de cariño desde la infancia y la ausencia de cierta capacidad de ternura, suelen propiciar la aparición de conductas agresivas

Ante este aspecto de la educación como prevención, Paloma Cabadas nos explica que:

“Educar, para la más alta valoración de uno mismo, es la mejor medida para acabar con la violencia de género. Es importantísimo educar para no ser víctima, educar para no ser maltratador, terapia educativa para el entrenamiento de los límites, de la valentía de ser una misma y uno mismo, y unas leyes sociales que apoyen y respalden con justicia, las mejores iniciativas en este sentido.”