Postura y movimientos

Su postura es simétrica y bastante rígida.

Cuando está boca arriba, la cabeza mira al frente y los brazos y las piernas están flexionados sobre el cuerpo, de modo que los talones no tocan la cama. Hace movimientos bruscos, involuntarios y no coordinados.

Boca abajo, las rodillas quedan dobladas bajo su abdomen. Sólo es capaz de levantar la cabeza lo justo para girarla de lado a lado.

Si se le levanta estirándole de los brazos, la cabeza le cuelga, y mantiene brazos y piernas flexionados.

Reflejos

Tiene curiosos reflejos que el pediatra explora en las primeras revisiones para comprobar la normalidad y correcta evolución de su sistema nervioso. Algunos, como el de succión, le son desde luego muy útiles, pero otros son signo de su inmadurez neurológica y debe perderlos con el paso del tiempo.

Búsqueda:

También llamado «reflejo de los puntos cardinales», cuando algo toca la comisura de su boca, vuelve la cabeza y abre la boca buscando en la dirección del estímulo (o en la del punto cardinal en que se la ha tocado). Esto le sirve para iniciar las tomas y, como todos los reflejos, es un movimiento involuntario.

Succión:

Ante un contacto en su paladar, reacciona succionando. Este reflejo no madura completamente hasta las 36 semanas de embarazo, lo cual explica las dificultades que los prematuros pueden tener para succionar vigorosa y eficazmente.

Moro:

Normal durante los tres o cuatro primeros meses y así llamado en honor a su descubridor, también se conoce como reflejo de sobresalto, porque es así como se provoca. El pediatra lo suele explorar dejándole caer bruscamente la cabeza hacia atrás, lo que le hace abrir los brazos y piernas, luego llorar y finalmente retornar las extremidades a su posición original. También lo puede desencadenar un sonido, incluido el propio llanto del bebé.

Tónico del cuello:

Hasta los cinco o seis meses, al girar su cabeza hacia un lado, el brazo de ese lado se estira y el otro se dobla por el codo, adoptando lo que los pediatras llaman «posición de esgrima».

Prensión:

Al rozar la palma de su mano, sus dedos se cierran fuertemente. En los prematuros es tan enérgico que les permite mantenerse en el aire colgando del dedo del explorador. Dura como máximo hasta los cuatro meses.

Marcha automática:

Hasta el primer o segundo mes, es posible lograr que dé unos pasos al sostenerle con los pies apoyados en una superficie plana.

Sentidos

El bebé nace con los cinco sentidos y es capaz de reaccionar al dolor, al calor, al frío e incluso de distinguir sonidos, olores y sabores.

Vista:

Los ojos se empiezan a desarrollar cuatro semanas después de la fecundación y, a los cuatro meses de embarazo, ya son sensibles a la luz.

Al nacer, el bebé es capaz de ver la luz y distinguir los colores, percibiendo contrastes, movimientos y cambios bruscos de iluminación; puede fijarse en las caras y en objetos brillantes situados en su campo visual.

Enfoca bien lo que está a 20 ó 30 cm de sus ojos, es decir, la distancia a la que normalmente se halla la cara de sus padres cuando le tienen en brazos.

En un curioso experimento, se observó que con 10 horas de vida, pasaban más tiempo sin apartar la mirada de fotos de caras normales que cuando éstas eran agresivas.

Oído:

El feto ya percibe sonidos y las madres le notan dar patadas o moverse al oír ruidos fuertes; el recién nacido ya tiene el oído totalmente desarrollado.

A las pocas horas de vida, su frecuencia cardiaca se acelera tanto más cuanto más intenso es un sonido.

Presta especial atención a la voz humana y, según algunos estudios, parece preferir los tonos agudos de la voz femenina a los graves propios de los varones.

Durante las primeras semanas, puede reaccionar ante los ruidos con un sobresalto muy aparatoso y poniéndose a llorar (reflejo de Moro) o con un cambio de actividad casi imperceptible, parpadeando, o dejando de chupar o de respirar por un momento.

Olfato:

Desde el primer día de vida, el bebé reacciona ante los olores; se ha demostrado que distingue entre el olor del anís y el de cebolla, y que este último le hace apartarse. Según otro estudio, es capaz de reconocer el olor de su madre hasta el punto de que al sexto día puede reconocer su pecho entre el de otras mujeres precisamente por el olor.

Gusto:

Poco desarrollado al nacer, madura muy rápidamente, de modo que a los quince días, el bebé ya demuestra sus preferencias, rechazando con muecas y movimientos de extrusión de la lengua los sabores ácidos y salados, mientras que reacciona positivamente ante el azúcar, chupándose los labios.

Tacto:

Es el primer sentido que se desarrolla. La piel que rodea la boca es sensible a las ocho semanas de embarazo y, sobre las 20 semanas, ya lo es la de todo el cuerpo.

El recién nacido es muy sensible a la forma en que se le toca y manipula, y el contacto físico es la forma más precoz y primitiva de comunicación, así como un elemento crítico en la vinculación afectiva con el bebé.