La muerte de un recién nacido es un episodio doloroso, más aún cuando no se halla una explicación. Un trabajo publicado en «The Lancet» ofrece pruebas de que, tal vez, la presencia de determinados microorganismos contribuya a este fatal desenlace.

El fallecimiento repentino de un bebé mientras duerme es lo que se conoce como síndrome de muerte súbita del lactante. En España, se registran unos 100 casos al año –una tasa del 0,2 por cada 1.000 nacimientos en 2006-. En Reino Unido, lugar donde se realizó esta investigación, el porcentaje en 2005 fue de 0,41/1.000.

Una de las hipótesis que se ha enunciado contempla la posibilidad de que algunas bacterias, como el «Staphilococcus aureus» o la «Escherichia coli», capaces de provocar una septicemia (infección generalizada) sin necesidad de que exista un foco de contagio, como ocurre con otros patógenos, tengan que ver con estas muertes.

Esta es la teoría que inspira el trabajo de un equipo procedente del Hospital Infantil Great Ormond Street y el Instituto de Salud Infantil de Londres. Ellos seleccionaron 507 autopsias practicadas a niños menores de un año que habían fallecido entre 1996 y 2005 en el citado hospital. Tras la necropsia, se pudo establecer la causa de la muerte en 128 casos (56 por infección bacteriana y 72 por otros motivos). 379 fallecimientos no se pudieron explicar.

Difícil interpretación

En 470 casos se tomaron muestras (para buscar microorganismos); un total de 2.079 cultivos, el 73% de los cuales dio positivo para algún organismo. «Comprobamos que se aislaron más microbios potencialmente patogénicos [como S. aureus y E. coli] en los bebés cuya muerte no se podía explicar por ninguna causa», explican los autores.

Sin embargo, a pesar de que la presencia de estas bacterias era mayor entre los fallecidos sin motivo conocido, también se detectaron en otros casos. Por tanto, matizan los investigadores, «la determinación firme de que la infección fue la causa de la muerte súbita es hoy por hoy imposible».

Uno de los obstáculos para realizar dicha afirmación es la ausencia de evidencias claras de infección «que hace que un diagnóstico de infección clásica sea improbable, aunque es posible –continúan las conclusiones- que estos microbios contribuyan de algún modo al fallecimiento repentino».

James Morris y Linda Harrison, del Royal Infirmary de Lancaster (Reino Unido) afirman en un editorial publicado en la misma revista que, a pesar de la caución de los autores, si se suman estos hallazgos a otros anteriores se sustenta la idea de que «S. aureus y E. coli podrían ser la causa en algunos casos de muerte súbita no explicada». Recuerdan, no obstante, que la interpretación de un análisis de bacterias postmortem es complicada y que deberán ser las nuevas ramas de la investigación, como la proteómica, las que ayuden a esclarecer este punto.

Visto en: elmundo.es