Este aceite se usa para mantener la piel hidratada.

  • Contiene elementos antioxidantes.
  • Resulta eficaz en los trastornos menstruales.
  • Evita las cicatrices y cura las heridas.

Nuestras bisabuelas hablaban del «secreto de la española»: masajes con aceite de oliva que servían para mantener unos senos firmes y atractivos. Pero el aceite tiene muchas más propiedades. El uso de este zumo natural de fruta se remonta a 3.000 años, es la base de la dieta mediterránea y se considera la grasa ideal.

Constituye una de las exquisiteces gastronómicas más apreciadas. Puede parecer un tópico, pero los beneficios que reporta son innumerables.

El aceite de oliva posee un alto contenido en ácido oleico y vitamina E, así como diversos elementos antioxidantes que combaten los radicales libres. Aporta también vitaminas A y D.

Su consumo continuado favorece la prevención de enfermedades cardiovasculares, úlceras estomacales y trombosis arterial. Corrige los estreñimientos crónicos y previene la acidez gástrica. Estimula el crecimiento y ayuda a la absorción del calcio y a la mineralización de los huesos. También regula el nivel de colesterol, contribuye a la eliminación de toxinas y a la regeneración de los tejidos. Resulta muy eficaz en los trastornos menstruales, como el dolor de senos, y alivia los síntomas como los cambios de ánimo o el aumento de apetito.

Tiene un gran poder regenerador, si se aplica sobre una herida, la ayuda a cicatrizar, haciendo desaparecer en buena medida la marca sobre la piel. Se aconseja su uso a las futuras madres y a las que estén en periodo de lactancia, pues favorece el desarrollo normal del cerebro y del sistema nervioso del niño.

También es excelente para el cuidado del cutis. Tres o cuatro gotas diarias extendidas sobre cara y cuello embellecerán notablemente nuestra piel. Además, existe la tradición de los masajes con aceite, que reafirman los tejidos y los mantienen sanos.